La tercera posesión de Maduro un nuevo capítulo en la crisis venezolana

Por encima de todo el mundo, Nicolás Maduro volverá a posesionarse como presidente de Venezuela.
Este 10 de enero de 2025, Nicolás Maduro asume oficialmente su tercer mandato como presidente de Venezuela, en medio de un clima de tensión política y social que ha marcado la historia reciente del país. Tras unas elecciones disputadas y ampliamente cuestionadas tanto a nivel nacional como internacional, Maduro regresa al Palacio de Miraflores con un fuerte control sobre las instituciones del Estado, mientras la oposición se ha fortalecido por cuenta de la gestión internacional realizada con los resultados de las elecciones del pasado 28 de julio de 2024. La nueva etapa del gobierno de Maduro se da en un contexto de crisis económica, hiperinflación, escasez de productos básicos y una emigración masiva de venezolanos.
Las medidas de seguridad para este acto de posesión han sido reforzadas de manera extrema, con un gran despliegue de fuerzas militares y policiales tanto en Caracas como en otras ciudades del país. Se han implementado cierres de calles y restricciones a la movilidad, bajo el pretexto de evitar posibles disturbios por parte de sectores opositores o de grupos de la sociedad civil descontentos con el proceso electoral. La presencia de efectivos de la Guardia Nacional, el SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) y otros cuerpos de seguridad del Estado ha sido notoria, con un notable aumento en la vigilancia en las zonas cercanas al lugar del acto oficial.
Además de la fuerte presencia policial, las autoridades han intensificado las detenciones de miembros de la oposición política, especialmente aquellos que han expresado su rechazo a la legitimidad del proceso electoral. Diversos dirigentes opositores, así como activistas sociales y defensores de derechos humanos, han sido arrestados en los días previos a la toma de posesión. Estas detenciones se enmarcan en una política de represión sistemática que ha caracterizado al gobierno de Maduro, cuyo objetivo parece ser silenciar cualquier tipo de protesta o manifestación que cuestione su legitimidad.
El clima de represión ha generado una creciente alarma entre las organizaciones internacionales de derechos humanos, que han denunciado de manera reiterada la persecución de la oposición y la falta de garantías para una elección libre y transparente. En este sentido, Amnistía Internacional y Human Rights Watch han emitido comunicados en los que alertan sobre el uso de la fuerza para sofocar cualquier intento de oposición durante la jornada de posesión, así como sobre las graves violaciones a los derechos políticos y civiles de los venezolanos.
Desde que Maduro asumió la presidencia en 2013, su gobierno ha sido acusado de corrupción, violaciones de derechos humanos y de mantener un control autoritario sobre los poderes del Estado. A pesar de las sanciones internacionales, la falta de legitimidad y el aislamiento diplomático, Maduro ha logrado mantenerse en el poder gracias al apoyo de las fuerzas armadas y de aliados internacionales como Rusia, China y Cuba. Esta nueva investidura, sin embargo, se ve como un reflejo de la creciente polarización del país, donde una gran parte de la población sigue viviendo en condiciones extremas de pobreza.
El tercer mandato de Maduro, por lo tanto, se perfila como un período de continuidad en un contexto de creciente tensión interna y presiones internacionales. Mientras el gobierno sigue en su lucha por mantenerse en el poder, la oposición, aunque fragmentada y golpeada, mantiene viva la esperanza de un cambio en el futuro cercano. Sin embargo, las medidas de seguridad y la represión parecen indicar que el presidente no tiene intención de ceder en su control autoritario, lo que augura nuevos desafíos para la democracia y los derechos humanos en Venezuela.


